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“Si sé lo que tengo que hacer, ¿por qué no lo hago?

“Si sé lo que tengo que hacer, ¿por qué no lo hago?

Libre albedrío.

En el proceso de ampliar nuestra perspectiva, la actividad que requiere más atención es la de estar atentos al cambio, pues a cada decisión se le atribuye toda una responsabilidad que debería ir en coherencia con nuestra meta, objetivo, sueño o anhelo.

Y es que en este proceso de ir avanzando vamos a ir encontrando muchísimas vertientes, muchos caminos, muchas posibles posibilidades, pero, ¿y como saber cuál es la desicion correcta?

Por estos días, este ha sido uno de los “dilemas” con los que he tenido que lidiar, ( sin decir pues que lidiamos con ellos día a día)

Pero por estos días esta más presente, y está siendo razón de observación en mi proceso personal.

Cuando llevas un tiempo de elaboración en tus planes, y estos comienzan a expandirse en tu mente, y por ende se expanden también afuera en tu entorno, las posibilidades comienzan a presentarse en frente tuyo. Al punto que las decisiones que tienes en frente son tan importantes que sabes lo complejo de tomarla o dejarla.

Digamos que personalmente este ha sido un trabajo que me ha tomado tiempo, incluso hoy día.

Por más que intente estar presente y vivir el instante para poder sentirlo y poder tomar una decisión desde la tranquilidad, el trabajo de sentir cuál es la la mejor opción es para mi quizás de los más complejos de manejar.

Pues tienes en frente dos o más posibles buenas opciones. Pero sólo debes tomar el rumbo de una sola.

Y comenzamos a navegar entre pensamientos como por ejemplo:

“¿que hubiera sido si habría tomado la otra opción?”

“¿Si estaré en la desicion correcta?”

“¿Y si no es por acá, y pierdo el tiempo?”

Y si…

Y si…

Y si…

Ahora bien, cuando estás tomando decisiones de forma individual digamos que la responsabilidad es solo contigo, pero cuando esas decisiones también tienen a terceros a tu alrededor como por ejemplo, tus hijos, tu esposo, tu hermano.

Imagina que las decisiones que tomes de forma relajada sin que te importe lo suficiente, afecten el futuro de lo que tus hijos piensen sobre ti y la manera de actuar que tuviste hoy.

Serás dueño de tu destino cuando decides con el corazón y no “calculadaMente”.

Pues esos cálculos son tuyos y estás involucrando a terceros que quizás no están de acuerdo en tomar esa ruta.

Vamos con algunos ejemplos:

Vives en un dilema constante de querer hacer pero nunca ejecutas, tus resultados son mediocres debido a la poca o nula ejecución que tienes, pues tu fuerza de voluntad es tan débil que escasamente te da para reconocer que debes hacer algo, y no lo haces.

Peor aún, expresas a los demás que si estás haciendo y tomando acción, pero jamas has logrado avanzar más allá del impulso natural que hay en la curiosidad de comenzar.

Y comienzas a vivir en un universo en el que en tu mente ya tienes todo eso que vas a lograr, al punto que te crees la película, estás en el personaje ficticio creado por tu mente y esa es la máscara que le muestras a las personas cuando sales a socializar.

Diariamente tienes diferentes máscaras, para cada uno de los momentos con que te encuentres creas un universo ideal, donde tú estás siendo un actor constante que está ejecutando sea lo que sea.

Pero cuando llega la noche, estás en el baño, cepillándote, mirándote de frente, y alcanzas a entender que no eres ninguno de esos avatares que dijiste eras durante el día, ósea deseas ser al menos uno de ellos, pero no te da la fuerza de voluntad a la hora de tener la posibilidad de escoger cuando estás en una decisión para avanzar.

Sabes que eres un incoherente, y peor aún tu esposa lo sabe, tus hijos lo ven y eso es lo que estás dejando en su subconsciente.

El libre albedrío lo usas para lo básico en tu supervivencia, lo mínimo que no me genere incomodidad, pues me gusta más vivir con estos imaginarios desde esta perspectiva, más que avanzar y cultivarlo.

Podrás tener muchas ganas y muy buenas intenciones, pero la acción no se compara con las intenciones.

Cansarás a los que te rodean con los mismos cuentos de siempre, pues estos ya saben que vos no te cumples ni a ti mismo.

Las máscaras serán tan pesadas para ese momento que, cuando estas se caigan intentarás verte y lo único que sentirás será un repudió el cual no podrás sostenerte la mirada por mucho tiempo.

Sabemos lo que debemos hacer y aún así no lo hacemos.

Pasar a la acción, alimentar con hechos ese deseo que tenemos y esa personalidad que queremos mostrar.

Cuando cambias la historia que te cuentas a ti ( historia real y no una ficticia llena de fantasía, donde la adornan los matices que iluminan tu ego) cambiará la historia que se cuenta de ti, pues a medida que vas tomando decisiones en coherencia con tu corazón y tu mente, juntos en armonía, pasarás a la creación de una nueva personalidad, que será una realidad, ya que estará hecha de hábitos nuevos, y que por lo general los personajes ficticios que antes alardeabas no tenían.

Ahora eres esos nuevos hábitos, ósea el libre albedrío te trajo a un nuevo ser con una nueva personalidad que está alineada con tu propósito.

Dejarás de procrastinar a la hora de tener el libre albedrío en frente, ya no estarás en el dilema de:

“Si sé lo que tengo que hacer, ¿por que no lo hago?